Como un Azcona checo o un lazarillo de Praga le parece uno este Trenes rigurosamente vigilados de Bohumil Hrabal: pronúncienlo fuera del alcance de los niños.
Trenes rigurosamente vigilados es esa novela que parecerá buena mientras no se lea, pues tiene un título fabuloso, de magnetismo incomprensible -serán los trenes, será la vigilancia, será el adverbio: qué será-, que da gusto decir, publicar, filmar y meter en la mochila. Trenes riguosamente vigilados. Debería existir un premio Nobel sólo para gente que titula bien.
Yo traté de leer este libro famosísimo hace años, y...
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