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Juan Mal-herido ha leído, muy apropiadamente, las dos sonatas frías de Ramón del valle Inclán, Sonata de otoño y Sonata de invierno. Buena cosa. Dice:
Sonata de otoño tiene algo de Las desventuras (penas) del joven Werther, porque hay una pasión domiciliada y eso es todo lo que hay, amén del domicilio y un caballo del que se cae un señor. No encuentra uno relojería narrativa alguna en estas páginas, que se suceden por el gusto de sucederse sibilinas y estilosas.
Reseña completa aquí.
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